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LA IGLESIA COMO EQUIPO
November 3, 2011By Rev. Dr. Abimael Carattini

LA IGLESIA COMO EQUIPO

Por: Rev. Dr. Abimael Carattini

                                                                                                                              

 

La unidad ha sido un factor determinante en muchas empresas que se han llevado a cabo en la humanidad desde el mismo principio hayan sido estas buenas o malas. La Biblia dice que Dios tuvo que intervenir para detener la construcción de la Torre de Babel porque los constructores estaban unidos en el mismo maléfico propósito y como todos hablaban una misma lengua, nada los iba a hacer desistir. Dios entonces trastornó dicha unidad con la súbita aparición de diferentes lenguages. Como no se entendían todos, entonces cada persona se adhirió a los que sí podían entenderse entre sí.

Wayne Cordeiro, autor del libro "La Iglesia como un Equipo", recalca sobre la importancia de que haya unidad en el trabajo ministerial. Dice él, que si dos personas, las cuales tienen una buena idea cada una y la comparten, entonces cada persona ahora tiene dos ideas y ninguna perdió la suya propia. Las metas en la obra del Señor no se pueden llevar a cabo solos, necesitamos el apoyo, las ideas, los dones, etc. de los demás para llevar la obra de Dios a donde Él quiere que se lleve. Para ello, tanto los dones propios como los dones de los demás quienes te rodean, son esenciales para el buen desarrollo de la obra de Dios.

Dios tiene un plan para Su iglesia como para cada creyente y, como todos sabemos, Él no se equivoca. Dios ha determinado dónde habíamos de vivir y la generación precisa a la cual debíamos de nacer. Por ende, la vida hay que aprovecharla porque ésta pasa tan rápido como una sombra, como un pensamiento y como un flash por nuestros ojos. Muchas personas no están concientes de la brevedad de la vida humana y  de lo largo de la eternidad, y aún otros no saben que existe la vida más allá de la muerte. No obstante, damos gracias a Dios por nuestro Señor Jesucristo que nos salvó y nos dio la esperanza de vida eterna. Pero como dice Cordeiro, llevarnos al cielo no fue la única razón por el cual Cristo nos salvó. Porque si llevarnos al cielo fuera la única razón por el cual Dios nos salvó, entonces en el momento de recibir a Cristo, ¿por qué no nos  llevó al cielo? pues no tendría sentido dejarnos en la tierra ocupando espacio. La respuesta, dice él, es que Dios tiene un plan que quiere llevar a cabo a través de nosotros. Lo importante para nosotros es descubrir cuál es esa tarea que se nos ha encomendado. Pues cuando venga el Señor a pedirnos cuenta, Él no nos vá a decir, "linda casa, gran trabajo, buen bote, maravilloso salario. El hombre tiene que hacer una pausa suficientemente grande  como para recapacitar sobre la dirección que lleva.  Qué es lo que  Dios quiere lograr a través de el creyente, por qué lo colocó Dios donde está y  por qué lo colocó en la iglesia donde está.

                                                                           

Otro punto que Cordeiro recalca en su libro es que no debemos de olvidarnos de quién somos y qué estamos haciendo aquí. Pues los hijos de Israel fueron muy olvidadizos, por lo que el Señor a menudo tenía que recordarles quiénes eran (Deut. 8:11). Y que si no era así, se olvidaban de Él, les prometió victoria sobre sus enemigos y dominio sobre la tierra que heredarían.

Por lo que nos dice el escritor que, Dios siempre cumple fielmente sus promesas (Josué 1:25). A Dios le encanta tomar personas ordinarias y a través de ellas hacer proezas extraordinarias. No son super héroes lo que Él necesita, lo que Dios busca son creyentes cotidianos, vasos dispuestos, a quienes Él pueda equipar y usar para Su gloria. El escritor nos dirige a través de las Escrituras a donde Pablo dijo: "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil. 2:13). Lo que en realidad Pablo nos está diciendo es que cuando funcionamos de la manera que Dios nos ha dotado y capacitado, no sólo podremos lograr cosas grandes para gloria de Dios, sino que también hallaremos gran gozo haciendo Su voluntad. El escritor entonces nos asegura que cada creyente tiene una especial capacidad dada por Dios para que hagamos lo que Él nos ha pedido que hagamos. Desde luego, que cuando localizamos nuestro lugar en el trabajo en la obra del Señor, se nos hará más fácil el hacer el trabajo del Señor si trabajamos en equipo, que tratando de hacer el trabajo por nuestra propia cuenta.

Al hacer el trabajo del Señor en equipo, hay que prestar especial atención a la palabra "equipar". Esto quiere decir que tenemos que equipar al pueblo de Dios para ministrar en el trabajo de la obra. La palabra griega para  "equipar" (katartismo), viene del verbo que significa "remendar". De la misma manera como el pescador remienda las redes para aquello para lo cual han sido hechas, dice el escritor, Dios remendará la vida del creyente trayendo Su plenitud y sanidad a alguna área de su vida que esté dolida bien sea en lo personal o en sus relaciones con los demás.

 Al leer la Palabra de Dios el creyente se equipa para los propósitos a los cuales Dios le ha llamado. El mensaje lo va a desafiar, le va a recordar quién es y le llamará a usar los dones que Dios le ha dado. De acuerdo al escritor, cada persona que conoce a Jesucristo está investida con uno o más dones espirituales.

Existe la falsa idea en mucha gente que cree que el crecimiento espiritual se puede medir por la cantidad de horas que se pasa en la iglesia. Pero la verdad es, dice Cordeiro, que en uno o dos años, alguien decidido a seguir al Señor, puede ser mucho más maduro, lleno de perspectiva y sabiduría, que otro cristiano que ha estado en velocidad de crucero controlado por una década, sin involucrarse. El crecimiento  cristiano se mide mejor por la disponibilidad de una persona para aplicar lo que ha oído que por su tiempo de estadía en las bancas.
 
                                                                       
 

El escritor aconseja que al creyente usar sus dones y hacer el trabajo de la iglesia en equipo, necesita sincronizar su movimiento con el resto del equipo existente. De igual manera es importante estar presente cuando la agenda se lo dice. Necesita  aguantar cuando todo  se pone difícil. Por lo que dice él que Dios nos diseñó para trabajar en equipo, no en actos de solo. En la Biblia, se usan frases tales como, "nosotros" "el Cuerpo de Cristo", y "miembros cada uno en particular", para recordarnos de nuestro lugar en el diseño de Dios (I Cor. 12:27).

El rendir cuentas, dice el escritor, es una de las herramientas favoritas de Dios para forjar el carácter que necesitamos. Por lo general, aquellos que no rinden cuentas, se ven bien en la calma, cuando no hay tempestad, pero cuando azota la tormenta, no aguantan el estrés, las corrientes y poco después, zozobran. Pues el carácter es el peso estabilizador debajo de la superficie. Por lo que dice él que el carácter se forma mejor con otros alrededor. Puede que las tormentas no desarrollen el carácter, pero ciertamente lo desarrollarán. Sólo el rendir cuentas genuinamente edificará el carácter que necesitamos. Y la mejor forma de rendir cuentas es en equipo. Pues la gente es como esponja.. Como cristianos absorbemos enseñanza, instrucción y sabiduría de la Palabra de Dios, pero si en algún momento nos reusamos a servir, dejamos de crecer. Cuando el cristiano se involucra en la iglesia, usando los dones que Dios le ha dado, el crecimiento espiritual se acelerará a velocidad máxima, pues así nos diseñó Dios, dice el escritor.

El autor del libro, Wayne Cordeiro, declara  que una de las claves más críticas para hecer el trabajo de la iglesia en equipo equipo es edificar una base en constante expansión de siervos-líderes. Pues ningún pastor fue diseñado para hacer la obra de la iglesia solo. El primer paso para edificar una base de líderes es creer que están ahí. Dios siempre proveerá todo lo que se necesita para poder ejercer eficazmente el trabajo para lo cual ha llamado a la persona. Los líderes dice él hay que buscarlos porque están dentro de la iglesia, pero si no se buscan, nunca serán descubiertos. La gente insegura siente, que si no controla todo lo que lo rodea, no están haciendo su trabajo. Por lo que su declaración es que los líderes  inseguros no pueden tolerar cuando otros se desarrollan mejor que ellos. Por lo que usan a la gente, pero raramente desarrollan a la gente. Se puede lograr mucho, cuando no importa quién se lleva el crédito.

El líder se desarrolla cuando usa sus dones. Al usarlos, tiene sus riesgos, dice el escritor, el riesgo de cometer un error, el de vacilar o tartamudear, incluso el riesgo de fallar. Pero hay que seguir tratando, y asociarlo con el agradar a Dios. No se puede esperar hasta dessarrollar bien los dones para usarlos. Pero dice él, que los dones no son como las bananas que se guardan hasta que se maduran en un lugar obscuro. Lo dones guardados no se maduran, expresa él,  pues si se guardan se pudren.

Wayne Cordeiro explica la razón porqué Jesús envió a Sus discípulos de dos en dos.  Su opinión es que Jesús sabía  que el evangelio puede ser mejor visto y entendido en el contexto de las relaciones. Pues al leer los Evangelios se puede ver que Jesús comenzó a pasar el bastón a Sus discípulos temprano en su ministerio. En el capítulo seis de Marcos, Él ha elegido una docena de hombres que lo sucedan. Pasar el bastón, dice él, es una función de nuestra disposición de permitir a otros los gozos de servir a Dios. Hay que invitar a otros a nuestra área del ministerio y luego celebrar su éxito. El pasar el bastón debe ser con el propósito de incuir a otros en la carrera.

Cada cristiano es responsable de correr la carrera que Dios ha puesto delante de nosotros. Dice el escritor que cada iglesia tiene una tarea  y dirección especifica y singular, y nosotros  seremos responsables delante de Dios por el cumplimiento y realización del llamado. No existen dos iglesias iguales, pues cada una tiene su propio estilo singular, con una visión procesada y refinada hasta que todos se hagan dueños de ella. La gente necesita una visión, dice él, pero la visión también necesita de la gente.

Hay dos clase de critianos: Uno que sabe qué hacer, y el otro que hace lo que sabe. Creemos que cada miembro es un ministro a quien se le ha dado dones para ser descubiertos, desarrollados y desplegados, dice el escritor. Mientras cada persona  encuentra su lugar y comienza  a servir a través  de sus dones, la iglesia correrá junta con máxima efectividad y mínimo desgaste. Pero un espíritu de excelencia debe sobresalir en cada actividad. La prueba  máxima de un líder exitoso no se halla necesariamente en lo que él hace, sino en lo que otros hacen como resultado de lo que él ha hecho.

La Biblia se refiere a nosotros como el cuerpo de Cristo. Si se entiende a perfección esta metáfora, estaremos dispuestos a cooperar con el diseño de Dios para Su iglesia. La iglesia no es una organización. Es más como un organismo, con partes vivas que deben moverse y trabajar juntas como un todo. Cada iglesia trata con gente; dice el escritor, gente quebrantada, gente inmadura, gente herida, gente egoísta e incluso con gente desquiciada. Por lo que explica él que las relaciones  saludables  son vitales para  hacer el trabajo de la iglesia en equipo. No se puede dejar que los conflictos sin resolver se hagan subtarráneos. Pues la amargura en las relaciones o la falta de perdón tolerada amargará incluso  una cultura  saludable.

Cada ministerio, dice Wayne, debe decidir qué quiere cultivar en su huerto e identificar las plantas que quiere que sean fructíferas. A nadie le gusta el cambio, aunque todos sabemos que el crecimiento requiere cambio. Nadie quiere lo opuesto al crecimiento. Cuando un árbol deja de crecer, científicamente se describe como muerto. Pero de acuerdo a él, no es el cambio lo que la gente reciente sino la manera en que se efectúa. Como el cambio abrupto,, el cambio innecesario, el cambio doloroso, el cambio quebrantador y el cambio pobremante "orquestado." Cambiar una cultura y hacer transición en una iglesia puede seguir un curso similar mientras los organizadores hagan su tarea y los líderes su parte.Cuando se hace bien, la congregación puede que ni se dé cuenta que los acordes han cambiado y las notas se han movido; dan la bienvenida al cambio y aprecian una canción más hermosa. El escritor aconseja a no decirle a la gente lo que hay que cambiar, sino lo que nunca cambiará, pues a nadie le gusta salir de un pozo. Hay que mantener el pueblo positivo y motivado. También dice el escritor que algo que no debemos nunca cambiar es el corazón por la gente, pues no podemos desviarnos de aquello que representamos.

 Cuando se trabaja en equipo, con una meta claramente definida, todo es posible y además todos comparten mutuamente el gozo y la gratificación del buen éxito. Cada ministerio debe decidir que quiere cultivar en su huerto e identificar las plantas que quiere que sean fructíferas. Se puede enseñar lo que sabemos, pero finalmente reproduciremos lo que somos.

 


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