Por: Rev. Dr. Rafael Carattini

Fecha: agosto 29, 2013

Tema: La Santidad le Conviene al Cristiano

Lectura: 1Pedro 1:13-16

Texto: Levítico 20:26

Introducción: La Biblia enseña que Dios es santo en Su esencia y que sólo "Dios es Magnífico en Santidad” (Ex. 15:11). Esta singularidad de Dios se enfatiza en la Biblia mediante la exclamación de los serafines en la visión de Isaías donde dicen: "Santo, santo, santo” continuamente (Isaías 6:3). La santidad de Dios es Su total perfección de Sus atributos. La santidad de Dios señala la absoluta pureza moral, que Dios no puede pecar y ni puede tolerar el pecado. El carácter de Dios es perfecto, Dios es moralmente perfecto, Dios es divino. Contrario a al hombre el cual es, por causa del pecado, imperfecto, y que posee una naturaleza humana inclinada hacia lo malo. Dios, por lo tanto, pide que los que se acercan a Él también sean santos. Dios dice: "sed santos, porque Yo Jehová soy santo” (Lev. 20:26). La raíz de la palabra "santo” significa separado y apartado. La santidad para el hombre y la mujer se refiere a apartarse de lo pecaminoso, viviendo vidas limpias, puras e integras delante de un Dios que es puro. Por supuesto, el hombre solo no puede lograrlo, pero con la ayuda del Espíritu Santo si se puede.

Punto 1. ¿Quiénes fueron los primeros a quien Dios les exigió ser santos? (Levítico 11:44-45) Al pueblo de Israel. ¿Por qué razón mató Dios a Acán y su familia? (Josué 7:1; 24-26) Acán y su familia fueron maldecidos por Dios por desobedecer el mandato de Dios. ¿Cuál fue el castigo que Dios le dio a María por murmurar? (Números 12:1-2, 9-10) Le brotó en su cuerpo una plaga maligna de lepra. ¿Por qué desecho Dios al rey Saúl? (1Sam. 15:22-23) Porque desobedeció los mandamientos que Dios le había dado.

Punto 2. ¿Cómo quiere Dios que vivan Sus hijos en el mundo? (1) (1Ped. 1:15; 1Ped. 2:12; 2Ped. 3:11-12) Dios quiere que seamos santos en toda nuestra manera de vivir para ser ejemplo al mundo que nos rodea y que así esperemos la venida del Señor. (2)  (1Ped. 2:1-2) Dios quiere que desechemos toda malicia y todo engaño, que deseemos como niños la leche espiritual para que crezcamos en fe. (3) (Rom. 12:1-2) Dios quiere que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo ante Él y que no nos conformemos al vivir de este siglo. (4) (1Juan 2:15-17) Dios no quiere que amemos al mundo ni las cosas del mundo porque el mundo un día ha de pasar. (5) (Tito 2:12) Dios quiere que renunciemos a toda impiedad y a los deseos malos. (6) (1Juan 4:7-8) Dios quiere que Sus hijos se amen unos a otros con amor verdadero.

Conclusión: La Biblia declara en el Salmo 93:5: "La santidad conviene a Tu casa”. Un Dios santo requiere que los se acerquen a Él sean santos. Por supuesto, la santidad de Dios es absoluta mientras que la nuestra es relativa. La de Dios es absoluta porque Dios es santo y puro en Su esencia. La santidad nuestra es relativa porque depende totalmente de nuestra relación e intimidad con Dios. No se puede ser santo aparte de Dios. Por lo tanto, desechemos pues toda malicia, toda palabra fea, todo mal pensamiento, todo engaño, toda impiedad y toda mundanalidad, etc., y busquemos a Dios con todo nuestro corazón para que seamos santificados por el Espíritu Santo, pues los que buscan a Dios reciben grande galardón (2Juan 1:8). Y recordad, que sin santidad nadie verá al Señor (Hebreos 12:14). Sea santo para Dios, en su hogar y donde quiera que esté.